"Colombia seis de Marzo de 1927 un aguacero torrencial cae sobre las bananeras que rodean un pequeño
pueblo llamado Aracataca. Aquel día nace
Gabriel García Márquez bajo el signo conjugado del Atlántico y del trópico."
La historia de su vida parece salida de una novela de época, aderezada con amores imposibles, historias de fantasmas, historias costumbristas, disturbios y guerras, en los que su familia y la propia sociedad colombiana se convierten en personajes.
Sus padres representaron los amantes que luchan por amor y contra todo pronóstico mantienen esa relación a la que los padres de ella, se oponían. Esa historia es la que plasma en su novela El amor en los tiempos del cólera. Para escribirla entrevistó a sus padres durante horas. Cuando intentaba hablar con los dos a la vez, ellos se contradecían, así que optó por entrevistarlos por separado, logrando crearse una visión acertada de su cortejo amoroso.
Los abuelos quienes en un primer momento son contrarios a la unión de sus padres, finalmente aceptan que contraigan matrimonio. Diez meses después, el seis de marzo de 1927 a las nueve de la mañana nacía Gabriel García Márquez. Dos años más tarde, vuelven a ser sus abuelos los personajes más relevantes de su infancia. Por razones de trabajo sus padres se trasladan a otra ciudad y su madre, "como para expiar la afrenta echa al padre", le deja el niño al cuidado de sus padres.
El niño Gabriel encuentra en su abuelo una fuente fecunda de historias de la realidad colombiana. Este quien era coronel, veterano de la Guerra de los Mil Días, no callaba ante las injusticias.
De su abuela toma Gabriel su estilo literario. Le inspiró la forma en que ella contaba historias fantásticas ya que siempre las exponía como si fueran verdades irrebatibles. Las premoniciones, los augurios y los signos eran parte de la vida de su abuela. Ella le inspiraría el personaje de Ursula Iguaran en su novela Cien años de soledad.
Gabriel y su abuelo eran "los dos únicos hombres de una casa donde había muchísimas mujeres. Para el niño Gabriel era una vida "muy curiosa porque las mujeres presididas por su abuela, vivían en un mundo sobrenatural, un mundo fantástico donde todo era posible, donde las cosas más maravillosas eran simplemente cotidianas" y él "se acostumbró a pensar así". El abuelo, por otro lado le contaba historias sobre la guerra civil, sobre política y le hablaba como si él fuese un adulto. Fue el abuelo quien llevaría a conocer el hielo en la tienda de la United fruit Company. El niño moraba entre dos mundos: uno fantástico liderado por la abuela y las mujeres, y otro concreto donde el abuelo le enseñaba una visión de su tierra y de su país.
Cuando este murió, la familia salió de Aracataca y Gabriel, con casi ocho años se va a vivir con sus padres. Allí conoce otra realidad, otra cultura. En la nostalgia le quedan los recuerdos del abuelo que nunca olvidaría y del pueblo, los aromas, las caras, las casas, los arboles, los relatos que serían mas tarde la fuente de su escritura.
"A mis 12 años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito: «¡Cuidado!»
El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: «¿Ya vio lo que es el poder de la palabra?» Ese día lo supe. Ahora sabemos, además, que los mayas lo sabían desde los tiempos de Cristo, y con tanto rigor que tenían un dios especial para las palabras."
En sus memorias Vivir para contarlas narra el autor su infancia y como regresó a su pueblo natal.
No volvería a Aracataca hasta 1950. Mientras vivía en Barranquilla donde trabajaba como columnista en la editorial de un periódico, su madre vino a verle y le pidió por favor, que le acompañara a vender la casa. Ella no tuvo que decir más; él sabía que se refería a "la vieja casa de los abuelos en Aracataca, donde tuvo la buena suerte de nacer".
Ni su madre, ni él pudieron haber imaginado que "aquel cándido paseo de sólo dos días iba a ser tan determinante" para él y para su carrera de escritor. Durante ese viaje surge la idea original de su obra maestra Cien años de soledad, la cual sería escrita por García Márquez durante dieciocho meses, entre 1965 y 1966, en su exilio en México.
"Yo, desde que nací, sabía que iba ser escritor, quería ser escritor. Tenía la voluntad, la disposición, el ánimo y la aptitud para ser escritor. Siempre escribí. Nunca pensé que pudiera ser otra cosa, nunca pensé que de eso pudiera vivir. Estaba dispuesto a morirme de hambre, pero ser escritor."
La historia de su vida bien podría haber sido narrada en una novela. Tuvo una vida de película. Descansa en paz "Gabo"
Sus padres representaron los amantes que luchan por amor y contra todo pronóstico mantienen esa relación a la que los padres de ella, se oponían. Esa historia es la que plasma en su novela El amor en los tiempos del cólera. Para escribirla entrevistó a sus padres durante horas. Cuando intentaba hablar con los dos a la vez, ellos se contradecían, así que optó por entrevistarlos por separado, logrando crearse una visión acertada de su cortejo amoroso.
Los abuelos quienes en un primer momento son contrarios a la unión de sus padres, finalmente aceptan que contraigan matrimonio. Diez meses después, el seis de marzo de 1927 a las nueve de la mañana nacía Gabriel García Márquez. Dos años más tarde, vuelven a ser sus abuelos los personajes más relevantes de su infancia. Por razones de trabajo sus padres se trasladan a otra ciudad y su madre, "como para expiar la afrenta echa al padre", le deja el niño al cuidado de sus padres.
El niño Gabriel encuentra en su abuelo una fuente fecunda de historias de la realidad colombiana. Este quien era coronel, veterano de la Guerra de los Mil Días, no callaba ante las injusticias.
De su abuela toma Gabriel su estilo literario. Le inspiró la forma en que ella contaba historias fantásticas ya que siempre las exponía como si fueran verdades irrebatibles. Las premoniciones, los augurios y los signos eran parte de la vida de su abuela. Ella le inspiraría el personaje de Ursula Iguaran en su novela Cien años de soledad.
Gabriel y su abuelo eran "los dos únicos hombres de una casa donde había muchísimas mujeres. Para el niño Gabriel era una vida "muy curiosa porque las mujeres presididas por su abuela, vivían en un mundo sobrenatural, un mundo fantástico donde todo era posible, donde las cosas más maravillosas eran simplemente cotidianas" y él "se acostumbró a pensar así". El abuelo, por otro lado le contaba historias sobre la guerra civil, sobre política y le hablaba como si él fuese un adulto. Fue el abuelo quien llevaría a conocer el hielo en la tienda de la United fruit Company. El niño moraba entre dos mundos: uno fantástico liderado por la abuela y las mujeres, y otro concreto donde el abuelo le enseñaba una visión de su tierra y de su país.
Cuando este murió, la familia salió de Aracataca y Gabriel, con casi ocho años se va a vivir con sus padres. Allí conoce otra realidad, otra cultura. En la nostalgia le quedan los recuerdos del abuelo que nunca olvidaría y del pueblo, los aromas, las caras, las casas, los arboles, los relatos que serían mas tarde la fuente de su escritura.
"A mis 12 años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito: «¡Cuidado!»
El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: «¿Ya vio lo que es el poder de la palabra?» Ese día lo supe. Ahora sabemos, además, que los mayas lo sabían desde los tiempos de Cristo, y con tanto rigor que tenían un dios especial para las palabras."
En sus memorias Vivir para contarlas narra el autor su infancia y como regresó a su pueblo natal.
No volvería a Aracataca hasta 1950. Mientras vivía en Barranquilla donde trabajaba como columnista en la editorial de un periódico, su madre vino a verle y le pidió por favor, que le acompañara a vender la casa. Ella no tuvo que decir más; él sabía que se refería a "la vieja casa de los abuelos en Aracataca, donde tuvo la buena suerte de nacer".
Ni su madre, ni él pudieron haber imaginado que "aquel cándido paseo de sólo dos días iba a ser tan determinante" para él y para su carrera de escritor. Durante ese viaje surge la idea original de su obra maestra Cien años de soledad, la cual sería escrita por García Márquez durante dieciocho meses, entre 1965 y 1966, en su exilio en México.
"Yo, desde que nací, sabía que iba ser escritor, quería ser escritor. Tenía la voluntad, la disposición, el ánimo y la aptitud para ser escritor. Siempre escribí. Nunca pensé que pudiera ser otra cosa, nunca pensé que de eso pudiera vivir. Estaba dispuesto a morirme de hambre, pero ser escritor."
Gabriel García Márquez (1927-2014)
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