martes, 30 de septiembre de 2014

Si quieres malograrle el día a alguien, envíale un mensaje fuera de tono.


Estoy pensando en cómo se puede malograr un día y qué debemos hacer para componerlo, ya que evitarlo, no está en nuestras manos. 

Dormir doce horas seguidas cuando cargas con cansancio apilado en tus espaldas casi literalmente, eso no tiene precio.
Desayunar sola, tranquila, sin prisas con tu estilo caribeño habitual –sin pensar "me estás estresando"– Preparar un zumo de uvas moradas y blancas, pera y melón, degustarlo poco a poco mientras los poros de tu lengua bailan de gozo saboreando el dulzor de las frutas que luego contrasta con el amargor del cacao puro con leche. Es una sensación genial.

Asearte despacio y vestirte sin importarte el combinar colores, que si zapatos o bolso a juego. No, nada de eso. Solo encasquetarte un vaquero, una camiseta y zapatillas deportivas con calcetines, eso si. 
Salir de casa, olvidarte de las pocas, pero necesarias labores que debes hacer y tomarte el mejor café mañanero en el bar del grande de la música El Presley mientras lees el periódico. Estás tan a gusto que no le das mucha importancia a la noticia que dice que la práctica del sexo oral provoca más casos de cáncer de boca, garganta, tumores en las cuerdas vocales, etc. y que dice que es provocado por la promiscuidad y la trasmisión del virus del papiloma humano presente en el cuello de la matriz y la vagina de las mujeres, y en el pene y el ano de los hombres.
(para leer más sobre la noticia sigue el enlace) http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/los-medicos-confirman-que-sexo-oral-puede-causar-cancer-2493670
Ni siquiera esa noticia me afecta. La prevención y la buena salud sexual es importante para estar tranquila y esa la tengo.
La mañana sigue su curso con el paseo de costumbre. Andar paseando una hora dicen los médicos que es una de las mejores formas para combatir el estrés, el colesterol y hasta la mala leche, el problema es cuando es un problema genético como el mio. Nací enfadada, con hambre y quizás algo tarde porque necesitaba estar en mi placenta doce horas más.
En fin con mis paseos lucho contra mi propia idiosincrasia, pero la verdad es, que me relajan. 
Sigue la mañana, haces recados, siempre como si fueras Bob Marley cantando un reagae o recordando mis tiempos de cubana, un pasito para acá y otro para allá, contoneando mis caderas y mentalmente tatareando una canción. Vecino que veo, vecino que saludo, la sonrisa siempre en mis labios (la mala leche está bajo prisión domiciliaria) Algunos me solían decir, "tú siempre te estás riendo" ya no les oigo decir eso, pero creo que lo siguen pensando.

Llego a donde quería llegar, una tienda de abalorios. Es mi primera vez y ataco a preguntas a la dependienta mientras mi móvil que creo que está en sus últimos días, me avisa de un mensaje. Lo leo y me quedo con cara de poker. 
¿Qué ha pasado en esta feucha, pero agradable mañana de otoño?
Unas palabras fuera de tono, me sacan de mi día ideal, de la tranquilidad añorada, venerada, de esa armonía que casi consigo. Jo, que mala suerte, siempre tiene que pasar algo para que un día no sea perfecto. Siempre tendremos que hacer penitencia, por los pecados nuestros (no en este caso) pero por los ajenos, siempre llega la penitencia o castigo aunque no seamos creyentes.

Estos momentos me recuerdan la típica escena de la maestra en las clases de primaria que decía: 
–¡Ludmila, castigada! 
–¿Maestra, pero por qué? Yo no he hecho nada. 
–Si, todos estaban hablando, pero cuando me giré de la pizarra solo te vi a ti. Estás castigada para que aprendas que en clases no se habla.
Así que castigada, aunque no haya hecho nada, y estoy hablando de más. ¡Buen día a todos!

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